El Mariel silencioso

Mientras el régimen castrista se arrastra por su séptima década, los cubanos se están uniendo como nunca en extranjero suelo, al decir de José Martí. El éxodo de la isla es a todas partes. A cualquier parte. Pero como ha sido la constante desde que la familia Castro se adueñó del poder, Estados Unidos sigue siendo el destino favorito. Tanto que la estampida ha establecido nueva marca al sobrepasar los 140,000 cubanos en menos de un año, cifra superior a los 125,000 que huyeron en precarias embarcaciones en los meses que duró el puente Mariel-Cayo Hueso en 1980. Mariel silencioso le llaman a la desbandada actual.
Cuba nos une en extranjero suelo. Porque, como bien decía el también escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, “cuando se viven situaciones invivibles no hay más salida que la esquizofrenia o la fuga”. Y los cubanos viven situaciones invivibles en la isla. Sus condiciones de vida se han deteriorado al bajísimo nivel del infame período especial de los años 90. El sistema de producción castrista, que nunca ha producido nada que no sean privaciones, hambre y represión, está produciendo todavía menos, si me excusan la aparente contradicción. La entenderán quienes la han sufrido en carne propia.
La pandemia ha agravado los males de la isla sin que alcancen a disimularlo las vacunas cubanas que nunca han logrado la aprobación de expertos independientes. La inflación es tal que ni siquiera las remesas que por cientos de millones de dólares envían a sus familiares los exiliados cubanos alcanzan para mitigar la desnutrición y tratar adecuadamente las enfermedades. En pleno verano boreal, los apagones están a la orden del día, lo que en recientes semanas ha provocado cacerolazos que se han escuchado desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí.
Luego está lo más grave: la absoluta falta de libertades, acompañada de la habitual persecución de los que se quejan o se rebelan. Y de la represión. El propio régimen ite haber arrestado a 1,500 personas, en su mayoría jóvenes, por las protestas pacíficas que exigieron libertad y comida hace un año. Sin pudor confiesa haber impuesto largas condenas carcelarias a más de 700. Se completa así el circulo vicioso que durante más de 60 años ha hecho insoportable la vida en Cuba: si no es posible criticar ni protestar por lo que anda mal, si no se puede cambiar a los responsables, tampoco se puede resolver o mejorar. Ergo, el nuevo éxodo histórico que en realidad es la continuación de todos los anteriores.
En los países adonde están arribando más cubanos en fuga, las autoridades se devanan los sesos buscando respuestas. El gobierno mexicano habilitó dos vuelos semanales para devolver a cubanos que llegan sin autorización a su territorio o a los que devuelve la migra de Estados Unidos. Washington reanudó el diálogo migratorio con La Habana, dispuesto a hacerle concesiones políticas y económicas con tal de que ayude a frenar el éxodo desesperado y acepte a balseros a los que captura en alta mar. Los guardacostas están “repatriando” a miles de cubanos cada mes, aunque en realidad ninguno quiere regresar a su patria desolada.
Otros países, como Ecuador, han cerrado las válvulas de escape que habían abierto a los cubanos o cesado de concederles visas en sus embajadas en La Habana. Mientras que España, que al parecer quiere ayudar a su manera, acaba de concederles la posibilidad de la ciudadanía a aquellos que puedan demostrar que tienen o tuvieron un padre, una madre, un abuelo o una abuela españoles. El trámite es complicado y toma tiempo. Pero muchos cubanos aprovecharán la coyuntura. Y se unirán a los más de 130,000 compatriotas suyos que han emigrado a España en los últimos años.
Maquiavelo advertía que “ninguna regla es útil para vivir bajo un tirano bestial, excepto quizás una, la misma que en tiempos de la peste: huye tan lejos como puedas”. Cuba padece hoy la doble peste del covid y la tiranía más antigua de las Américas. Para muchos cubanos, la única alternativa razonable es huir de la isla. Lo ideal sería que los gobiernos democráticos, especialmente los de naciones prósperas, les faciliten sus gestiones para escapar ya que no pueden o no quieren hacer nada para exigirle que cambie al régimen que los explota. Bien mirado, no es demasiado pedir.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.