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Inmigración

Campaña en estados clave: Harris busca el apoyo republicano y Trump recurre a su retórica incendiaria

Las visiones y narrativas en pugna destacan las opciones marcadamente diferentes que enfrentan los votantes en estados en disputa, que decidirán el resultado.
Publicado 16 Sep 2024 – 09:55 AM EDT | Actualizado 16 Sep 2024 – 09:56 AM EDT
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La vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump lanzaron el jueves pasado sus campañas con enfoques radicalmente diferentes para atraer a los votantes de los estados clave que decidirán la contienda presidencial.

En Carolina del Norte, la candidata demócrata Harris utilizó los mítines en Charlotte y Greensboro para promocionar el apoyo que ha recibido de algunos republicanos. También prometió proteger el a la atención médica y al aborto, mientras deleitaba a sus multitudes partidistas con celebraciones por su desempeño en el debate del martes, haciendo comentarios sarcásticos contra Trump y animando a su campaña y al país.

"Nos estamos divirtiendo, ¿no?", declaró Harris, sonriendo mientras la bulliciosa multitud coreaba: "¡EEUU! ¡EEUU! ¡EEUU!".

Por su parte, en el estado fronterizo de Arizona el republicano Trump prometió una exención de impuestos sobre todos los salarios de horas extra, añadiéndola a sus propuestas anteriores de no gravar las propinas ni los ingresos de la Seguridad Social. Pero el expresidente mezcló esas propuestas, junto con una promesa no específica de reducir los costos de la vivienda, en un discurso confuso marcado por su retórica más incendiaria sobre la inmigración y los propios inmigrantes, insultos a Harris y otros, y un retrato oscuro y exagerado de una nación que Trump insistió que está en una caída libre que solo él puede revertir.

"Estaba enojado por el debate", dijo Trump, burlándose de la descripción que los comentaristas hicieron de su actuación el martes. "Y, sí, estoy enojado", dijo, porque "todo es terrible" desde que Harris y el presidente Joe Biden están "destruyendo nuestro país". Cuando repitió la palabra "enojado", la multitud de Trump en Tucson respondió con sus propios cánticos de "¡EEUU! ¡EEUU! ¡EEUU!".

Las visiones y narrativas en pugna subrayaron las opciones marcadamente diferentes que enfrentan los votantes en los estados en disputa que decidirán el resultado. Harris está lanzando una red amplia, dependiendo de la diversa coalición de los demócratas y con la esperanza de sumar a republicanos moderados e incluso conservadores que son rechazados por el expresidente. Trump, mientras, busca una amplia coalición de la clase trabajadora con sus ideas fiscales, se aferra a argumentos sobre el país -y sus oponentes políticos- que están dirigidos directamente a sus partidarios más estridentes.

Ese podría convertirse en un esquema permanente para el tramo final de la campaña después de que Trump cerrara la puerta a otro debate. Otro careo entre ambos hubiera sido otro momento clave de un año plagado de hitos como la condena penal de Trump por un jurado de Nueva York, Trump sobreviviendo a un intento de asesinato, Biden terminando su intento de reelección en medio de preguntas sobre su edad y Harris consolidando el apoyo demócrata para convertirse en la primera mujer de color en liderar una candidatura de un partido importante.

"No habrá un tercer debate", dijo Trump el jueves, contando su enfrentamiento de junio contra Biden, e insistiendo en que había ganado su encuentro con Harris el martes en Filadelfia.


El bombardeo posterior al debate reflejó el estrecho camino que los dos candidatos deben recorrer para conseguir 270 votos en el Colegio Electoral, ya que la campaña ya se había concentrado en siete estados clave: Arizona, Georgia, Michigan, Carolina del Norte, Nevada, Pensilvania y Wisconsin.

El itinerario de Harris el jueves la situó en un estado en el que Trump ganó dos veces, pero su margen de 1.3 puntos porcentuales en 2020 fue su victoria estatal más ajustada. Arizona, por su parte, fue una de las derrotas más ajustadas de
Trump hace cuatro años. Ganó el estado en 2016.

La estrategia de Harris en estados clave

En Carolina del Norte, Harris hizo su propia ronda victoriosa post-debate, y su campaña ha convertido momentos clave del encuentro con su rival republicano en anuncios. Pero la vicepresidenta advirtió contra el exceso de confianza, reconociendo que tiene menos posibilidades de ganar allí y dejando claro lo que está en juego.

"Esto no es 2016 ni 2020", dijo en Charlotte. "Imagínense a Donald Trump sin barandillas".

Harris se congratuló por el apoyo del exvicepresidente republicano Dick Cheney y de su hija, la exrepresentante Liz Cheney, quienes han considerado a Trump una amenaza fundamental para los valores y la democracia estadounidenses.

“Demócratas, republicanos e independientes están apoyando nuestra campaña”, dijo Harris en Charlotte, elogiando a los Cheney y a los republicanos de ideas afines como ciudadanos que reconocen la necesidad de “poner al país por encima del partido y defender nuestra Constitución”.

Sin embargo, también hizo una defensa a viva voz de la Ley de Atención Médica Asequible (ACA), la ley de 2010 comúnmente llamada 'Obamacare' y aprobada a pesar de la oposición republicana casi unánime. La vicepresidenta se burló de Trump, quien ha pasado años prometiendo eliminar la ACA, pero dijo en su debate que todavía no tiene un reemplazo específico en mente.

“Dijo ‘conceptos de un plan’”, declaró Harris. “Conceptos. Conceptos. Ningún plan real. Conceptos. ... 45 millones de estadounidenses están asegurados a través de la Ley de Atención Médica Asequible. Y él va a terminar con ella basándose en un concepto”.

Harris volvió a culpar a Trump de la decisión de la Corte Suprema de poner fin al derecho federal de las mujeres al aborto, allanando el camino para que los estados liderados por los republicanos restrinjan severamente y, en algunos casos, prohíban efectivamente el procedimiento.

“A las mujeres se les niega la atención durante los abortos espontáneos. Algunas solo reciben tratamiento cuando desarrollan sepsis”, dijo Harris sobre los estados con las restricciones más severas.

La vicepresidenta agregó sus habituales ataques contra el Proyecto 2025, una agenda política de 900 páginas escrita por conservadores para una segunda istración Trump. Trump se ha distanciado del documento, aunque hay una superposición notable entre él y sus políticas y, de hecho, algunos de los objetivos políticos de republicanos como los propios Cheney.

La estrategia de Harris en Charlotte y Greensboro siguió quizás su camino más amplio hacia la victoria: entusiasmar y organizar a la diversa base demócrata, especialmente a las generaciones más jóvenes, los votantes no blancos y las mujeres, al tiempo que convencía a los republicanos moderados que no simpatizan con Trump de que deberían sentirse cómodos con ella en la Oficina Oval, a pesar de algunos desacuerdos políticos. Esa es la misma fórmula que Biden utilizó para derrotar a Trump hace cuatro años, dando vuelta estados tradicionalmente inclinados al Partido Republicano como Arizona y Georgia y reduciendo la brecha en Carolina del Norte.

El enfoque de Trump

Trump, mientras tanto, parece apostar a que su camino de regreso a la Casa Blanca depende principalmente de sus partidarios de base, además de un apoyo nuevo suficiente de los votantes de clase trabajadora y media, atraídos por sus promesas de exenciones fiscales.

Una ruidosa multitud aplaudió su nueva promesa de poner fin a los impuestos sobre las horas extras. La campaña de Harris rápidamente calificó la propuesta como un “discurso de ventas engañoso”, señalando que la istración Trump abandonó los planes de la istración Obama de ampliar enormemente el número de trabajadores elegibles para el pago de horas extras a favor de una expansión menos generosa.

En un estado donde el aumento de los precios de la vivienda ha sido un problema agudo desde la pandemia de covid-19, Trump también se comprometió a reducir los costos de construcción de viviendas en un "30 a 50 %", una cifra asombrosa que no detalló, más allá de prometer reducir las regulaciones y prohibir las hipotecas "para inmigrantes ilegales". "Vamos a recuperar el sueño americano más grande, mejor y más fuerte que nunca", dijo Trump, radiante.

Pero reservó la mayor parte de los 75 minutos en el podio para, en sus palabras, la ira. Principalmente contra la afluencia de migrantes a través de la frontera sur de Estados Unidos, pero también contra los moderadores del debate de ABC que dijo fueron injustos en un encuentro que aseguró haber ganado. Destacó a Linsey Davis, calificándola de "desagradable", la misma palabra que usaría para describir a su rival demócrata de 2016, Hillary Clinton.

Trump repitió muchos de sus clichés habituales sobre inmigración, argumentando que los inmigrantes en Estados Unidos ilegalmente se han "apoderado" de las ciudades y los suburbios. Nuevamente aludió a las desacreditadas afirmaciones, alimentadas por actores de derecha en las redes sociales, de que los inmigrantes haitianos en Springfield, Ohio, están comiendo animales domésticos y aves de corral en parques públicos.

El expresidente también invocó la aprobación del líder autoritario de Hungría, Viktor Orban, y provocó el rugido de la multitud cuando prometió “la mayor operación de deportación en la historia de nuestro país”.

A lo largo de sus comentarios, el expresidente pronunció mal el nombre de pila de Harris e insistió en que ella es marxista y fascista, ideologías que se encuentran en extremos opuestos del espectro político de izquierda y derecha.

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